miércoles, 12 de marzo de 2014

EL MAR

Después de vivir durante 4 años en Donosti mientras estudiaba mi carrera, una de las cosas de las que más me arrepentí una vez que ya había dejado la ciudad fue de no haber ido más a menudo a la playa. Es cierto que la meteorología donostiarra no invitaba mucho a ir, y que en mejor mes, junio, yo estaba en plenos exámenes (y cualquiera que haya vivido en un sitio de la costa sabrá de primera mano que cuando dices "voy a estudiar a la playa" haces de todo, menos estudiar). Pero sí que me hubiese gustado haber ido más, aunque hubiese sido únicamente para dejar la mirada perdida en el mar.

Creí que era bastante improbable que volviese a vivir en otra ciudad costera, pero la vida da muchas vueltas y ahora me encuentro de nuevo frente a las olas. Esta vez no quiero dejar pasar la oportunidad de visitar más la playa, y menos, viviendo tan cerca, así que me he propuesto ir todos los días un ratico, aunque sea para caminar. Por ahora lo he cumplido casi todos los días. No sé qué tiene el mar, pero cada vez que voy me pregunto cómo he podido estar tanto tiempo lejos de él.



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